jueves, 14 de junio de 2007

CUENTOS

Tenia miedo, más aun, estaba aterrado.


La luz del velador proyectaba sombras alargadas por toda la habitación. Si bien el desorden que ésta presentaba era el habitual, la sentía distinta, como si en el transcurso de las últimas cinco horas la hubiesen cambiado sin que se diera cuenta. Lo percibía en el ambiente, algo había cambiado de una forma radical, pero no lo podía expresar con palabras ni con el pesamiento.


Solo su cuerpo y la parte más sensible y primitiva de su persona eran capaces de notar la diferencia.


Apenas había podido dormir de forma muy espaciada y solo con la pequeña lámpara prendida. No quiso correr el riesgo de dejar encendida la luz principal y que sus padres se dieran cuenta, ya que lo hubiesen obligado a apagarla y eso lo hubiera enloquecido.


No podía culparlos a ellos por creer que esa era la mejor manera de superar el miedo a la oscuridad, al fin y al cabo eran adultos, sino que se culpaba a si mismo por no poder explicarles lo que le pasaba. No había forma de hacerles entender que no era a la oscuridad a lo que le tenía miedo, sino a los seres que vivían debajo de su cama.


Y lo que peor lo hacía sentir era el saber, en su fuero más intimo, que dijese lo que dijese no le iban a creer por el simple hecho de ser un niño.


Cada vez que intentaba dormirse boca arriba, su espalda era recorrida por oleadas de fuego helado. Era la misma sensación de encontrarse desnudo ante una multitud pero, en este caso, ante una multitud de ojos invisibles.


No hubo nada que le hiciera reducir el terror que sentía. Intento rezar, pensar en alguna historia o leer un libro; pero su mente una y otra vez volvía a sucumbir ante los embates del miedo.


A lo largo de toda esa noche eterna, una idea, se fue formulando en su cabeza y a la que por todos los medios intento detener ya que su instinto de supervivencia sabía que, si ésta afloraba tendría que tomar una decisión y ya nada volveria a ser igual. Lucho con todas sus fuerzas pero tanto el miedo como la aceptación de lo inevitable eran dos enemigos demasiado poderosos.


Y sucumbió.


Su mente ganadora de esa feroz batalla liberó la pregunta a la que tanto le temía.


¿Y si todas las noches fuesen igual a esta? ¿Como iba a vivir el resto de su vida? Solo tenía doce años, ¿tendría la fuerza necesaria para luchar el resto de su existencia contra el horror a la oscuridad?


En medio de tanta angustia y con los ojos llenos de lagrimas, su mente de niño tuvo una revelación de la que apenas fue conciente pero que lo lleno de tranquilidad y valor, se dio cuenta que todo dependía de él. De que sin importar lo que sucediese el único que tenia el poder para dejarse vencer o no por el miedo era él mismo.


A pesar de la metamorfosis que estaba sufriendo, la de dejar de ser un chico para transformarse en un adolescente, todavía conservaba parte del arma más poderosa con la que cuenta el ser humano para enfrentarse a los miedos, y que Dios, si este existe, o la naturaleza, nos regala desde el momento de nuestro nacimiento; la Fe en lo imposible. Y esta Fe es tan fuerte, tan concreta que mientras somos niños creemos que todo es posible, que todo puede pasar. Así es que a medida que crecemos sufrimos la mayor auto estafa, que es el creer que las cosas tienen un orden logico y cientifico, abandonando para siempre la fantasia de vivir en un mundo lleno de montruos y demonios pero a la vez, tan lleno de blancura y poder.


Respiro hondo y con la valentía que solo se tiene a esa edad, decidió enfrentarse cara a cara con el terror que estaba bajo su cama.


Con lentitud, como si fuese un sueño, fue asomando la cabeza para ver que había debajo de su lecho. Un gran alivio y satisfacción le recorrió todo el cuerpo al comprobar que allí no había nada, solo oscuridad.


Cuando empezaba a incorporarse se detuvo de golpe. Un pequeño resplandor, proveniente de la pared del fondo, atrajo su atención. No llego a sentir miedo. Lo último que sus nervios opticos captaron antes de morir con cuello totalmente destrozado, fue una cara lobuna y su propia sangre volando por el aire producto del zarpazo recibido.




No hay comentarios: